Era mi diluvio pero no mi barca. Fueron las palabras que pronuncié nada más descolgar el teléfono. Como cada día, el concurso de radio me pilló en el atasco de las ocho y yo llegaba tarde a trabajar. La presentadora recogió mis datos y anunció el premio, ¿acababa de ganar cien euros por repetir una frase al descolgar el teléfono? Estaba tan atónita que aún tenía el móvil apoyado en la oreja cuando unos golpes en la ventanilla de mi coche me sacaron del ensimismamiento. Era un policía. Cien euros de multa.
Autor: Agustín Martínez Valderrama
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